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Martín uno de los personajes X, Y ó Z que abundan en la fábula existencial, dedicado a estas artes de la supervivencia “al lado del camino” me pregunta sobre que elegiría de estas tres opciones:
Un carro
Una moto
Un camión
Casi sin pensarlo, respondo: Camión. El me dice Moto. Porque con ella podría correr entre la gente. Sin embargo recalca en su mirada “ese camino solo” .
Hace unos años quizá hubiera pensado lo mismo, el camión no se que tantas cosas pueda representar ello, como entereza o algo así. Quizá la funcionalidad que podría darle a este.
Acomodando secretamente las sillas del comedor hoy temprano notaba que sucedía lo mismo, en la funcionalidad que implicaba este factor estético “del aparentar algo”, colocando las cosas para que “otro la vea”, cosas de siempre en realidad. Nadie está en la nueva alquimia.
A lo que iba era esto de hoy de estar sentado en el carro sumido en la contemplación de que uno discurre en este “tiempo” y que conforme “pasa” en algunos casos sigue representando la función estética hasta caer en lo ridículo en el caso anverso deja el cuerpo ya que no hay un “tiempo” claro para darle función a su nuevo poseso nivel adquisitivo que la modernidad pide, por ello la rapidez en la búsqueda de la satisfacción, ¿cosa qué lleva a la gordura? . Suelto la risa que me alimenta en estos días, cosa tan necesaria de los malos tiempos igual “buena cara” aunque uno a veces no sabe mirándose si la buena cara que lleva es ahora producto de la costumbre o reflejo natural de algún mal tiempo o es el afán de convocar cosas buenas o es una burla al mal tiempo o una sonrisa a la azarosa pero graciosa existencia.

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