lo que queda del día

Anthony Hopkins alejándose en el tren que lo lleva lejos de ella, sin poder expresar nada de lo que sentía y caía una lluvia atroz y ella con su paraguas, o era al revés, ella iba en el tren y él con su paraguas en “Lo que queda del día” mi recuerdo quizá es disléxico. O cuando ella abofetea al violinista, en “Un corazón en invierno” porque él no era capaz de abrirse paso ante sus emociones, era cómodo ser una ostra, ostracico que le llaman, o la concepción de amor que había en “Underground” en todos sus niveles por qué te hablo de esto ¿Me escuchas? No sé porque el mar nos habla así, ahora que escribo estas líneas me dice que me olvide, que ahí no comienza la lluvia.
El ruido es una pelota de jazz, delicada sobre este libro donde dibujo tu rostro.
Melibea baja si vas a saltar bien, yo se que no lo harás pero gritarte estas palabras me alivian.
Tu cuerpo rumbo hacia el vacío de mis brazos, ese vacío que se siente en medio del pecho y nos hace gritar un llanto sordo, seco y mudo.
Hay un músico anciano, cantando al otro lado de la calle.
27/05/00

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